38 OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE LOS SENTIMIENTOS
Hablando sobre estos temas con un amigo, me
decía que mis criterios planteaban una supremacía del raciocinio sobre las
emociones y que pretendían desproveer, a la persona, de la cualidad humana más
preciada: sus sentimientos; en otras palabras, convertirla en un ser duro de
corazón. Nada más errado. Es más, yo diría que es todo lo contrario, más bien
abogo por una preferencia por las emociones en lugar de la razón.
A mi modo de ver la cultura, desde el
Renacimiento a la fecha, ha mostrado demasiada atención por la razón gracias a
la política y a la propaganda comercial; mecanismos estos, los cuales, se han
valido de atizar las emociones sutiles, la evocación, la sugerencia, la
insinuación y los símbolos para ¡Por asociación de ideas! manipular tanto a
electores como a consumidores usando las emociones en función de las
conveniencias que la razón impone. Así, se han promovido campañas bélicas, con
su correspondiente costo humano, mediante el manejo de imágenes y conceptos
tales como el azul de nuestros cielos, el
verdor de nuestros bosques, el amor a nuestra tierra, a los ancestros o a los
símbolos patrios, la inocencia de nuestros niños o la virtud de nuestras
jóvenes, o la valentía de nuestros hombres… con la sucesividad se han
instaurado prejuicios, tradiciones, normas morales y hasta leyes, como la
institución del matrimonio, para anclar al terruño a las familias, y asegurar
la gobernabilidad de los individuos.
El caso es que sea o no así, es un hecho que
todos nos criamos reconociendo una dependencia, que cada vez es mayor; siempre
estamos a merced de padres, tutores, maestros, cónyuges, jefes, banqueros, la
nación o la patria que es como decir:el estado o mejor dicho sus dirigentes, etcétera
y podrá argumentarse, siendo muy cierto, que nunca podremos ser, en absoluto,
independientes pero también es verdad que sobra control porque, una buena parte
de tal, es manipulativo y, cuando no, contraproducente; lo cual significa
innecesario, todo bajo la disculpa de la buena intención de realizarse por
nuestro propio bien, entiéndase del bien de todos los otros como nosotros
mismos o sea de los subordinados, hijos, discípulos, súbditos o lo que es
igual, de aquellos que aceptan de buen grado tales apelativos.
Por esoes tan importante deslindar entre
sentimientos y sentimentalismo, entre sensiblería y sensibilidad. Estamos casi
todo el tiempo confundiendo ñoñerías con hechos impregnados de sensibilidad
sentimental o con conceptos rígidos y estrechos, lo cual nos lleva a tomar
decisiones que más adelante nos serán adversas.
Algo semejante ocurre con el concepto tiempo;
así habrás podido oír muchas veces la alarmante y amenazadora expresión de estar perdiendo el tiempo, que alguien le
haga estar perdiendo el tiempo a uno, o que uno pueda estar en posibilidad de
estar perdiendo o malgastando el tiempo con alguien, ideas por el estilo
las cuales surgen del valor que se le otorga al tiempo y de la necesidad de
evitar que alguien pueda hacernos malgastarlo ya que este determina la propia
vida. Y a esta errada circunstancia las personas, llamadas y tenidas por
normales, llaman amor.
Nadie te hace perder tu tiempo. Eres siempre
quien lo entrega porque obtienes o crees que obtendrás algún beneficio o
gratitud a cambio. No deposites tu responsabilidad sobre ser feliz o sentir
amor en la persona o personas de quien supones que te llegará tal retribución.
Eres quien haces tu propia felicidad comportándote como si lo fueras y estás
aquí para dar amor viviendo como si fueras el amor mismo y si te lo dan de
vuelta ¡disfrútalo! Es agradable pero no lo necesitas ni hay seguridad de que
ocurra, y que tal sea así no es una pena ni significa que algo esté equivocado
de parte de la realidad.
Mira, sin duda las relaciones humanas son
formas de transacción, convenios no escriturales que dan por supuestas ciertas
conductas. Algunas, como el matrimonio, han devenido en institución normada mediante contrato legal aunque
las personas continúen invirtiendo y desarrollando talempresa basándose en
acuerdos no discutidos pero en los cuales ¡increíblemente! las partes dan por
supuesta la seguridad del consentimiento de sus contrapartes, que así resulte
da lugar a justas infracciones, errores lógicos, malentendidos,
tergiversaciones y malas interpretaciones todo lo cual concluye en terreno
fértil para infidelidades, vidas infelices o definitivas disoluciones del vínculo.
Y si esto da lugar en el matrimonio; relación, como dicho, establecida mediante
documentos legales firmados ante notario y amplia repercusión social y hasta
bajo bendición divina ¿Cómo podríamos esperar un comportamiento diferente en
otras relaciones menos oficiales (entiéndase más relajadas) tales como
comportamiento entre novios, amistades, familiares, vecinos o compañeros de
trabajo?
Acerquémonos más a la situación. Digamos que
dentro de una relación cualquiera (aunque nuestra prioridad en este texto
resulta una relación amorosa o de pareja) pides ayuda sobre cualquier trabajo o
asunto y no aclaras en qué forma quieres que te ayuden. Esto da a entender que
no tienes un definido criterio sobre el caso y te da lo mismo como se afronte
la solución del problema, su ejecución, velocidad o método de gestión,
etcétera. Iniciada la ayuda solicitada, descubres desacuerdo con tu punto de
vista o con tu estilo de hacer las cosas, en fin. Esto, por lo general, puede
ser mal recibido por quien ofrece la ayuda convirtiéndose en inicio de una
disputa o pasarse por alto si es primera vez, pero quedar grabado y resurgir en
otro momento. Funcionamos así en enorme mayoría.
De modo tal, si alguna vez necesitas ayuda
para algo piensa bien cómo quieres recibir la ayuda y deja claro los puntos y
si no hay acuerdo no aceptes la
ayuda, aunque no la hayas pedido; si acaso, pide una opinión sobre cómo
resolverlo y jódete y asúmelo tú, pues el problema es tuyo.
Desde otro ángulo, si ves a alguien en apuros
necesitando le echen una mano y deseas ayudarle siempre pregunta: ¿Cómo quieres que te ayude? Y olvídate
de cómo lo harías si fuera tuyo el problema. Ahora bien, si las condiciones
exigidas son demasiadas y no vas a sentirte cómodo durante la tarea, al extremo
de peligrar la calidad final del trabajo o, al aplicarte de tal forma, vas a
consumir mucho más tiempo del que dispondrías al hacerlo a tu manera pues
¡Posición anterior! Y que siga buscando ayuda o aprenda a resolver sus propios
problemas. Amar a alguien no significa sacarle las castañas del fuego cada vez
que se le trabe el paraguas… o más o menos; ni significa ser su sirviente. Amar
a alguien es ayudarlo a hacerse cargo de su vida y asumir la responsabilidad y
los riesgos de vivir, así como contribuir a la elección o descubrimiento, de un
propósito de vida, una misión existencial, la realización de sus sueños; pero
nunca, sacrifiques los tuyos por los de otros, aunque suene egoísta. Nunca te
permitas que tus actuaciones se vuelvan reacciones automáticas, repetitivas,
esperadas, predecibles o por costumbre; hoy actúas de una forma y mañana de
otra; hoy dices que sí porque quieres, porque lo disfrutas y porque te da la
gana, y mañana di que no tan solo para variar, para que el sí, no se vuelva
rutina; ten en cuenta los beneficios de la lluvia, pero observa que no siempre
llueve. Tampoco tienes que ser así como te digo porque, al final, ser feliz, no
es obligatorio.
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