Eduardo N. Cordoví Hernández. Lawton, La Habana. Cuba.
Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta.
En nuestra respuesta yace nuestro crecimiento y nuestra libertad.
Víctor Frankl (1905-1997).
Psiquiatra judío sobreviviente de los campos de concentración nazis.
Su libro, El hombre en busca de sentido, está considerado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, como uno de los diez libros más influyentes del siglo XX.
Después de haber visto los tres grupos mayoritarios de personas a reaccionar ante un evento civil cualquiera tenemos tres posibles elecciones ¡Así de simple! Adjetivarlas, ponerles color, aplaudir una y abuchear las demás, son otras elecciones acerca de tales elecciones; pero, en su esencia última, todas son decisiones que expresan el ejercicio de la libertad que se tiene y, por tanto, todas son reacciones diferentes ante cierto estímulo ¡No más que eso! y tan respetables como otras cualquieras. Que, usted, no lo acepte así, también constituye una libre elección de su parte. Las elecciones que tomamos no nos hacen ni mejores ni peores en el sentido más estricto.
Por otra parte, como es lógico, un gobierno tiránico, como cualquier otra entidad viva, lo único que hace es defenderse, aferrarse a la existencia y, en el rigor científico, ya biológico o jurídico, le asiste o al menos le acompaña un mínimo de razón a querer seguir viviendo; que sea eso egotismo, egocentrismo, aberración o injusto, son ya otros veinte pesos y tema para otro discurso. No defiendo ni promuevo gobiernos tiránicos, ni a sectores específicos de opinión; solo estoy elaborando algunas ideas, para explicarme al mundo en que vivo. Puedo entender que tal entidad de poder deba ser cambiada, modificada, eliminada, etcétera, pero debo partir desde lo que es y no desde lo que debía ser, porque lo que es, existe, lo que debía; no. Y no es inteligente marchar hacia ese lugar todavía ausente de lo que debe ser con un proyecto imagen del anterior o algo más diferente, pero no suficientemente meditado o sujeto a la inspiración o la improvisación.
En el estado de cosas de un momento teórico representativo de la realidad, la existencia de un gobierno tiránico existe con una cierta autoridad, al menos se encuentra en ejercicio del poder y lo usa en propiedad del poder que ostenta, no valoramos en este juicio si el hecho de esta realidad sea justa o no, ni significa asentimiento ni aceptación del hecho. Y el hecho de si el poder que sustenta, lo ejerce o lo aplica en función de su seguridad como entidad jurídica, política o de simple poder, es algo que SIEMPRE debió haber sido previsto y nunca lo fue, y si estuvo fue violado, y si se obvió durante el proceso legislativo de la carta magna o constitución, primera ley o como se llame, es algo que es lugar común desde que los seres humanos de mayor fuerza, cantidad de dinero, más listos o lo que sea, se las arreglaron para gobernar, con imposición o no, a otros, algo que se pierde en la espesura de las lejanas edades; por lo que con tan larga experiencia como antecedente, poco espacio de confianza queda, para abrigar esperanzas de que una vez derrocado cualquier supuesto gobierno tiránico, sea instaurado otro que enrumbe hacia un destino diferente. Lo cual, en alguna medida, es lo que hace que aparezcan las personas que aplican para el segundo grupo.
Quiero hacer notar, hacer ver, comunicar unas reflexiones más sobre este tema.
Desde estos tres presupuestos, me parece que aquellas personas que ¡Por no comulgar con estas ideas! consideren que está bien referirse a las personas de este segundo grupo, en forma peyorativa aplicándoles calificativos, referencias o ideas definitorias de cobardes o creándoles una relación arbitraria de conexión con ideales pro tiránicos u otros giros semejantes, todo lo que hacen es intentar manipular o crear presión sobre las libres decisiones de los otros, algo que ya ¡En principio! se encuentra opuesto a las ideas que intentan defender. Esto es peligroso, porque lleva en sí el germen de la obstinación tiránica de creer que se tiene razón o que pueda existir alguna razón mejor que cualquier otra.
Muchas veces la forma de invocar la justicia con la óptima intención, se parece al crimen, y ¡hasta lo ejecuta! (Ha pasado más de una vez).
Así que, la máxima expresión de la libertad es el respeto por la forma en que ¡Cada quién! Decide cómo va a hacer ejercicio de la que dispone, siempre que no entre en contradicción o perjuicio con la libertad ajena, ya que, como dijera el benemérito de las Américas, el mexicano Benito Juárez…el respeto al derecho ajeno, es la paz.
Esto tiene una razón natural y súper lógica, tu libertad (Sí la tuya, quien estás leyendo) no tuviste que conquistarla, nadie te la dio y nadie puede ni podrá quitártela, no tienes que morir por ella, solo tienes que vivir usándola porque ¡Naciste con ella! Y porque tu libertad es para que seas responsable ¡No para que estés contento! Ser libre es una carga a llevar no un beneficio que se disfrute. Ser libre es mucho más complejo de lo que la mayoría piensa, y ¡En el mayor de los casos! las personas piensan que es mejor que otro piense por uno, para luego tener a quien culpar.
Un individuo libre es un individuo autosuficiente. Un individuo que sabe y reconoce que no sabe ¡Nada de nada! y que a cada momento elige, esto o lo otro, voy o no voy, y sabe que nunca sabe qué rayos podrá pasar, sabe que apenas tiene un cincuenta por ciento de posibilidades de que, las cosas, salgan como le convienen o como quisiera o le gustaría, pero ¡Así y todo! se arriesga y si le sale mal no se queja y, si no se arriesga, sabe que perdió la posibilidad de haber logrado algo, pero no sufre por eso. Esta es la fotografía ¡En pelotas! de una persona libre. Ser libre es una decisión personal, íntima y secreta, la libertad no te la tiene que dar ninguna persona y mucho menos un gobierno. Un gobierno a lo sumo lo más que puede hacer es crear más posibilidades de elección o restringir esas posibilidades. No perdamos de vista eso; morimos o peleamos por tener más opciones para usar la libertad que ya tenemos, no para ser libres pues libres, ya somos, a menos que no lo hayamos decidido nosotros mismos solos, antes y siempre que no estemos atados.
Hemos nacido inculcados en la idea de que todos somos iguales; sin embargo, vivimos en contrapunteo con la idea opuesta, ya que hay dos grandes grupos: el de los Ganadores y el de los Perdedores, siendo el gran propósito del entorno de la vida social civilizada, luchar por ganar un puesto en el primero.
De tal manera, se ve bien afiliarse a subgrupos, religiones, asociaciones, sectas (no importa si son satánicas) clubes, lobbies o cualquier otra institución, ya sea paralela, registrada, privada o clandestina que nos una con personas dispuestas y empeñadas por las mismas causas.
Así, con esta bendición o herramienta cultural, entramos al juego usando la libertad con el paradigma de creer en los compromisos de lealtad, los juramentos, las iniciaciones, los ritos y de medir a los otros con la vara de la traición. Quien no piensa como nosotros nos traiciona de alguna manera, mucho más si alguna vez coincidimos en algo, jugamos pelota juntos o juntos gritamos ¡Goal! Viendo un partido de fútbol y ¡Más aún! si votamos por el mismo partido en las elecciones y después de todo eso ¡Un buen día! ya no le vas más al Barsa, pierdes tu afecto por la izquierda o ¡Por la derecha! o decides salir del clóset.
Pero no queda en esto. Hay algo mucho más tétrico todavía; porque puede ser muy emotivo y hasta eufórico, andar por las calles gritando a voz en cuello ¡Viva la libertad! O simplemente ¡Libertad, libertad, libertad! Y que te quedes sin conocer como es la historia completa.
CONTINUARÁ PRÓXIMAMENTE…
III PROBLEMÁTICA DE LA LIBERTAD MAL COMPRENDIDA O EL PROBLEMA DE NO SER PERSONA Comentarios filosófico-psicológicos sobre la realidad político-social del mundo
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