lunes, 20 de febrero de 2023

 ¿QUÉ ES LA VIDA?

y ¿Qué es ser persona?

Eduardo N. Cordoví Hernández


   La vida es algo dentro de lo cual estamos inmersos y formando parte todo el tiempo, quizás por eso sea que no podamos echarnos un tanto hacia atrás y apreciarla como algo separado de nosotros, porque nos sentimos: ser la vida. 

   Sin embargo, si tuviéramos que definirla, dar una apreciación sobre ella, explicar qué es ¡De inmediato! nos daríamos cuenta que no tenemos una respuesta cognitiva adecuada. No obstante, es un asunto importante tener una clara definición de ¿qué es la vida? porque es sobre ella que trata este asunto de volvernos persona real y dejar de ser un proyecto o una imitación de persona, tema este que veremos, más adelante, en próximos artículos; ya que ocurre algo semejante con esta otra palabra porque, a todas estas, tampoco sabemos que es ser persona. Pero hay que ir por partes. Así que debes saber, primero: qué es la vida. 

   Escucha: si le pides a alguien que te cuente su vida ¿Qué te diría? O si alguien, de forma espontánea, te dijera: Te contaré mi vida ¿Qué crees que te diría? Si te propusieras contarle a alguien tu vida ¿Qué tendrías para decir? 
   
   Detén ahora, por unos minutos, la lectura y trata de contestar estas preguntas; tómate tu tiempo y, cuando ya tengas una idea al respecto, sigue leyendo… 

   Por lo general, casi todo el mundo coincide en hacer un recuento de sucesos, de eventos o hechos; pero ¡de tal forma! una vida, o lo tomado como vida, queda reducido a una crónica, a la narración o historia de la serie de pormenores de hechos, eventos, accidentes, acontecimientos, sucesos, incidentes intrascendentes o aventuras y desventuras que has protagonizado o, en las cuales, te ha tocado jugar algún rol de mayor o menor notabilidad. 

   Tu vida no se reduce a la lista de los sucesos que te han ocurrido, por que eso es historia, memoria, y no resulta adecuado para definir lo que tu vida pueda ser. Más bien muchas personas piensan que sus vidas son la calidad de los sucesos que le ocurren y así diferencian sus vidas como parcialmente buenas o malas en función de si los eventos mayormente agradables o no; pero el color o el sabor o la manera en que puedas describir la calidad de tales contingencias son valoraciones que realiza tu mente de forma arbitraria y así, muchas situaciones que te pueden resultar, de forma particular, desagradables pueden no serlo para otra persona y viceversa; pero, además, tus valoraciones están en dependencia de tus estados de ánimo, de la predisposición anímica por otros sucesos anteriores, por prejuicios, por la influencia del criterio de otras personas, etcétera. Esta descripción, acerca de lo que puede ser la vida, está más próxima a la realidad, aunque es ambigua y puede parecer que tu vida va a quedar definida según lo que ocurra en el exterior tuyo, o sea fuera de ti, es decir: dependerá de cómo tomes o reacciones a los sucesos que ocurren más allá de tu piel, y que pueden resultar buenos o malos (por llamarlos de algún modo) según sean agradables o no. De tal forma parecería normal o natural e irrevocable que la vida de una persona a veces pueda ser buena o mala y que eso es así como si fuera una ley. 

   Pero las cosas que ocurren no son ni buenas ni malas, tales valoraciones son producto de nuestros juicios ambiguos o predispuestos o desinformados. Y tal es la triste realidad de lo que le ocurre a la mayoría de la población humana. Pero eso… no es: la vida, y ¡Si acaso lo fuera! no sería por completo; quedaría algo que añadir de mucha más trascendencia. 

   Todo eso que he descrito, con anterioridad, ha sido el escenario y la decoración, es decir: el paisaje. El hecho de que pueda ser parte de la vida no significa que lo sea, el paisaje o el escenario son solo el lugar, digamos el espacio, donde ella ocurre.
 
La vida, como existencia en general, siempre se ha tomado, en términos literarios o poéticos con tendencias filosóficas, como un camino; pero lo que es, en última instancia tu vida: es el clima psicológico de ese paisaje. No el paisaje ni los contratiempos, venturas y desventuras durante el tránsito por ese lugar. Y, la capacidad de poder modificar, a conveniencia, el clima para disfrutar el viaje es una prerrogativa de las personas reales ¡las cuales! por ser tan pocas resultan extraordinarias. 
   
   En otras palabras y en resumen, la vida no es el recuento de las actividades en que te puedas involucrar, sino el estado emocional, sentimental como resultado; ocurre en tu ánimo y, no siempre, se halla en correspondencia con tales circunstancias, porque puedes estar en una fiesta y no estar sintiéndote alegre, en un funeral y no estar triste. Puedes tener una vida llena de éxitos profesionales, sólida retribución económica debido a ellos; gozar de salud y tener franca aceptación social y, a pesar de ello ¡Sentirte triste! 

   La literatura, las biografías de personalidades, la historia toda, los noticieros y la prensa diaria dan, de continuo, fe de esto. Quizás puedas, alguna vez, estar feliz, sentirte alegre… Estar o sentirte de cierta manera alguna vez, implica brevedad en el tiempo pero ¡Ser...! conlleva la idea de mayor permanencia temporal. 

   Tampoco creas la idea de que ¡Ser feliz! es estar o sentirte así todo el tiempo. Las impresiones que recibirás de la realidad pueden sacarte de ese equilibrio; lo que sí te aseguro es lo siguiente: siendo una persona real, o sea extraordinaria, en el sentido en que la extra-ordinariedad que apunto en estas páginas, siempre vas a poder tener ¡De inmediato! herramientas, recursos, ideas para estabilizar tus emociones e impedir las reacciones negativas; y si bien es cierto que no vas a ser feliz ininterrumpidamente, nunca vas a sentirte persona desgraciada, lo cual ya es algo bastante deseable, porque a las opciones de ponerte triste o estallar de ira, podrás interponerles la sabia indiferencia de comprender la posibilidad de elegir algo mejor, pues la tristeza o la ira son mucho más destructivas que la indiferencia ante algo que no puedes remediar.
 
   Esta es una de las prerrogativas de ser una persona extraordinaria. 

   En primera instancia, todo lo que estamos tratando aquí tiene que ver con cierto conocimiento que tengo la intención de compartir contigo. 

   Pero, como el resto de otros tantos asuntos, el conocimiento tiene niveles y, por tanto, diferencias. Las formas del conocimiento toman nombre del modo en que es conseguido: por experiencia, por referencia y/o por inferencia. De las tres, la primera es la fundamental, por cuanto es la única de la cual puedes tener seguridad total. 

   Ahora, la cultura, los libros, las conferencias, los consejos, las tradiciones y ¡todo! lo que aprendes en aulas proveniente de profesores quienes aprendieron de otros, incluso lo que puedan enseñarte mediante la exposición de ideas de otros científicos, es conocimiento referencial, pues pertenece a la experiencia de otros, pero no te consta hasta tanto no lo hayas experimentado. ¡Tiene un valor! pero solo eso; duda de él. Si Einstein no hubiera dudado de Newton hoy no hubiera, por citar solo un ejemplo; telefonía móvil. 
Duda de estas ideas y de todo lo que te digo, dudar no es apartarlo, sino ponerlo a prueba, verificarlo en la práctica, convertir las ideas en hechos y convertirte en las palabras, porque ¡eres! lo que creas que es cierto, pero no basta que algo sea verdad, es necesario constatar que, también ¡Sea bueno! 

   Te conviertes en las ideas en las que crees, no en las ideas que piensas ni en las ideas que sabes. Tus creencias son las ideas que no están en tu corteza cerebral y de las cuales no tienes siquiera consciencia de tenerlas. Debes saber algo: gran parte de tus creencias (las cuales desconoces porque pertenecen a tu nivel subconsciente) son como programas informáticos malsanos que te fueron instalados no por personas malas, sino ineficientes con buenas intenciones y ¡Ahora! es tu deber deshacerte de tales programas. El otro tipo de conocimiento es por inferencia, esto es: toda información que te llega por intuición, por asociación de ideas mediante un proceso de cálculo ya matemático, lógico o de sentido común y/o por deducción; tal contribuye, en mucho, para la adquisición del conocimiento por experiencia. 
   Ya en muchos otros de mis textos he dicho: La personalidad es quien sufre o quien nos hace creer que el éxito, el dinero, el confort o el reconocimiento ajenos sean los determinantes o las condiciones para ser felices (léase extraordinarios). 
Si logras, mediante este conocimiento, separarte interiormente y crear un yo observante capaz de servir de testigo (no de juez) a todo lo que hace o siente la personalidad; es decir, que cuando te sientas triste reconozca y diga: ¡Ah, esto es estar triste! o cuando estés cabreado te informe: ¡Ah, esto es tener ira! Con el tiempo, este yo observante, podrá fortalecerse y ser capaz de ¡sin esfuerzo! Disipar la tristeza o la ira, porque se dará cuenta de que tales son reacciones a ciertos estímulos y las reacciones son automatismos aprendidos que se repiten como un repertorio fijo, pero que pueden ser susceptibles de elección. Apenas el Observador interno aprecia los automatismos, las reacciones emotivas, etcétera, estas perderán su poder y te irás liberando de tensiones parásitas y sintiendo el vacío.

   Pero ya también hablaremos sobre el vacío, sobre la nada, En textos próximos. Estoy casi seguro que puede interesarte mucho.

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