martes, 21 de noviembre de 2023

El sueño de no ser libres o Crónica de una muerte anunciada

 EL SUEÑO DE NO SER LIBRE o CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

Por Eduardo N. García  Hernández y Gabriel Cordoví Márquez 


No perdamos de vista que este título, El sueño de no ser libre, es una ideación, una manipulación de palabras, puesto que estamos trabajando conceptos, no cosas; estamos en el terreno metafísico. La mayoría piensa que la metafísica es sólo tema de asuntos religiosos, espirituales… y que asociar los temas político-sociales o socio-económicos con la metafísica es forzar la mezcla con ángeles, demonios, elfos y toda esa fantástica fauna antropomorfa. Hay que recordar que, quienes tienes asuntos políticos y económicos sociales somos los seres humanos y que, los seres humanos, nos movemos debido a sus emociones, es decir a su parte menos material, o sea, a su parte que está más allá de lo físico, es decir, en el mundo invisible de lo puramente fantasioso.

Realmente somos libres. Siempre lo hemos sido. Nadie puede quitarnos la libertad. En cuanto a la libertad; que muchos creen no tener o creen merecer o deben incluso tratar de conquistar, aunque les cueste la vida; los estúpidos como yo creemos que nadie puede dejar de ser libre a menos que esté atado o enjaulado, nadie puede evitar que otro sea libre. Muchas veces ciertas personas (entiéndase en este grupo a los revolucionarios, los contestatarios, los disidentes políticos de cualquier país totalitario) consienten o hacen cosas a sabiendas que van a ser enjauladas, eso ¡En sí mismo! ya es un acto de libertad. Ahora ¡Qué eso ocurra! Qué ocurra que los enjaulen o los maltraten, lo consideramos injusto, lo cual es una opinión igualmente libre ¡Y que otros! (entiéndase en este grupo a quienes hacen las leyes que les convienen a fin de no perder el poder, así como a sus seguidores) no lo consideren así, al creer que lo justo sea defenderse, y eso constituye también otra opinión libre. Esto es, hablando en plata, la dinámica de la civilización; y cuando uno comprende eso, lo mejor que hace es echarse a un lado y dejar a la gente ser quienes son, porque sencillamente quieren creer otra cosa. Uno que ha vivido suficiente sabe que la existencia es una sucesión de actitudes fijas que se repiten y donde sólo cambia el escenario y el decorado. Entonces, cuando uno sabe esto, debe seguir respirando hasta que deje de hacerlo, no hay que apurarse para morir. Uno deja que la vida sea lo que es y sale de ese juego macabro y no juega más. No todos pueden hacerlo. Es algo destinado a unos pocos. A los buscadores de la verdad. Puede parecer cobardía, pero a veces hay que ser muy valiente para ser cobarde.

La tragedia de todo esto es que desde tiempos ancestrales quedó fijo –y ya se ha olvidado– que vivimos el sueño de no ser libres, semejante disparate es el motor que posibilita las guerras. Los estados, los gobiernos, los líderes grupales, necesitan que las personas crean que no son libres, para poder guiarlos a luchar por la libertad. Todo lo que llamamos desarrollo científico, tecnológico o de cualquier otro tipo depende del desarrollo de las guerras. Las guerras son el gran negocio. La mayoría cree que las guerras son problemas políticos o problemas de desarrollo social o asuntos de libertades civiles, derecho de minorías y otras cosas ¡Qué también están en juego! pero de lo que se trata ¡En realidad! es de Poder… pero no de poder político; los políticos y los jefes de estado, los reyes, los presidentes, los caudillos y los generales ¡Quienes también están en el tapete! Sólo son trebejos en el tablero donde parece que descansa el Poder, pero el poder está donde esté el dinero. Se trata de economía. Siempre se trata de dinero. Quien manipula y controla el dinero es quien tiene poder para quitar y poner gobiernos, reyes y presidentes. Les presento: a los banqueros. Pero ¡Esa! es otra historia.

En la base de todo esto están las personas dormidas que sueñan que no son libres, y van contentas a dar la vida por la libertad en las guerras que se hacen con estas personas que no son personas. Por eso la verdadera prioridad es aprender a serlo, a fin de escapar de la masacre. Para mantener este sueño, esta hipnosis colectiva; están las religiones, la cultura, el arte y las ciencias, y la civilización con sus códigos de honor, la ilusión de las fronteras y el patriotismo, sus etiquetas, sus conceptos de identidad y pertenencia a grupos, su quedar bien, etcétera, etcétera. 

Gracias por su atención, si leyó hasta aquí.

Si leyó hasta aquí y si fuera, usted, quien lee, de las personas a quienes les gustaría preguntar: ¿Y, usted, es ya una persona que es persona? Yo, le respondería: ¿Qué importa eso? Usted, no resolverá nada con saber eso. A usted ¡Si acaso! le convendría serlo, usted; no yo. En estas ideas aparecen algunas razones para intentarlo y algunos puntos de partida para comenzar a trabajar en eso. Pero a mí me interesa un comino, si, usted, hace por salvarse o no, si se deja llevar a una guerra, a una disputa, a un acto de repudio, o si se deja coger preso. Yo escribí estas líneas para aclarar mi percepción del tema, usted, hace lo que quiera, no tengo compromisos, no escribo por negocio, me da igual si gobierna la derecha o la izquierda, los dos al final trabajan para llevarme algún día a una guerra de sus conveniencias; cuentan conmigo y con, usted, yo ¡por lo menos! haré todo lo posible por no ir y, si lo logran, trataré que no me maten.

Y si, usted, por creer que estoy equivocado se va a la guerra como Mambrú, pues ¡Qué dolor, qué dolor, qué pena! espero tenga en ella tiempo de darse cuenta y haga lo que yo. Si no se da cuenta, pues ¡No pasa nada! Al final, quien por su gusto muere la muerte le sabe a gloria.


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