lunes, 19 de mayo de 2014

SOBRE EL AMOR


QUÉ ES EL AMOR  I


Bien, mis queridos amigos; qué tal si les cuento algo ¡Que ya me imagino puede sacar algunas ronchas! puesto que, por lo genera, no digo lo que se quiere oír. Les cuento que tal como somos, tal quienes somos, pues resulta estúpido que hablemos de: amor.

Definamos: no al amor porque, tal cual somos, no podemos comprender ni experimentar ese sentimiento; tratemos de precisar quiénes somos en relación a él. Somos; con respecto al amor, como se dice con vulgaridad; una bola de afán de conquista, urgencia sexual y deseo de compañía.

Creo que antes, mucho antes de ponernos a hablar sobre el amor, debíamos primero averiguar quiénes somos en realidad y cómo rayos funcionamos, todo lo cual es bastante difícil no crean. Somos unos bichos que se creen importantes pero que, en verdad, no pasan de estúpidos.

Nos la pasamos poniéndonos cartelitos de cosas agradables como por ejemplo: yo amo, soy sincero, soy esto o aquello o lo otro, pero son etiquetas de las cuales no tenemos la menor idea o tenemos ideas distorsionadas.

Fíjense solamente en lo que pasa en el mundo desde que éste tiene ese nombre; todo no es más que batallas, guerras, asesinatos, luchas por el poder, boicots, guerras frías, tibias y calientes... la historia de la humanidad no es más que la serie de sus conflictos, locuras y ensañamientos consigo mismo, es decir, de su desconocimiento de sí. Eso, es la Historia. Y no somos nada independientes del resto de los que hacen las guerras, matan, asesinan y hacen todo lo que se tiene por malo, somos igualitos, igualiticos, sencillamente porque sufrimos la misma enfermedad que ellos, LA MENTE. Sí, la mente es una enfermedad y es la mente lo que debemos ver como responsable de nuestras desgracias en La Tierra.

No podemos experimentar amor real porque vivimos en un estado de sueño, estamos dormidos y el asunto, antes que averiguar que es el amor, es despertar. Vivimos atribuyéndonos cosas que no somos ni sentimos. Debemos primero averiguar que estamos haciendo en este mundo, para luego poder disfrutar de lo que hay en él.

QUÉ ES EL AMOR  II

He leído casi todas las intervenciones sobre el amor (se refiere a las posteadas en el foro del diario digital Vanguardia de Las Villas,  (http://foros.vanguardia.co.cu).)  y encontré, eso sí muchos lugares comunes, muchas ideas prefabricadas, mucho cliché, mucho romanticismo bobo y mucho malabarismo verbal, no creo que nadie sepa de lo que está hablando y lo que han hecho ha sido escribir lo que alguna vez alguien leyó, lo que otro mal recuerda, lo que se ha oído decir, etcétera. Aquellos que dijeron algo real sobre el amor pues se advierte que no les es propio, repitieron algo bonito que les gustó, que les parece fuerte pero que son incapaces de protagonizar en sus propias vidas.

Voy a exponer algo que, por supuesto, no inventé yo, no es algo que se dice por primera vez, pero si es algo que muy poca gente sabe, y menos los que se arriesgan a ponerlo en práctica, pero que defiendo porque es lo más real que me topado y porque lo vivo.

Piensa, tú que me lees, en alguien cuyo amor desees. Querrás ser importante para esa persona y convertirte en ESPECIAL para su vida. Quieres que esa persona te ame, que se preocupe por tí de manera especial. Si te fijas te darás cuenta, luego de que tal suceda, habrá implicado la pérdida de una parte considerable de tu libertad. Es como, si la otra persona, te dijera: Si quieres ser alguien especial para mí, debes aceptar mis condiciones, porque, en el momento en que dejes de responder a mis expectativas, dejarás de ser especial. ¿Quieres ser alguien especial para otra persona? Entonces, debes pagar un precio en forma de pérdida de libertad. Quizás no debería ser así, pero es lo que ocurre. Deberás bailar al son de esa otra persona, del mismo modo que exiges que los demás dancen a tu ritmo si desean ser, para ti, especiales.

Párate un momento y pregúntate si merece la pena pagar tanto por eso.

Imagina que a esa persona, cuyo especial amor quieres, le dices: Déjame ser yo mismo, tener mis propios pensamientos, satisfacer mis gustos, seguir mis propias inclinaciones, comportarme tal como yo decida... Cuando digas estas palabras, comprenderás que estás pidiendo lo imposible. Pretender ser especial para alguien significa, someterse a la obligación de hacerse grato a esa persona y, por tanto, perder la propia libertad. Tómate el tiempo que necesites para comprenderlo... Entonces, estarás en condiciones de decir: Prefiero mi libertad antes que tal tipo de amor.

Si tuvieras que escoger entre tener compañía en la cárcel o andar libre por el mundo pero en soledad, ¿qué escogerías? Dile ahora a esa persona: Te dejo que seas tú misma(o), tener tus propios pensamientos, satisfacer tus propios gustos, seguir tus inclinaciones, comportarte tal como decidas... En el momento en que digas esto, observarás una de estas dos cosas: o bien te resistirás a pronunciar esas palabras y te revelarás como la persona posesiva y manipuladora que eres (con lo que será hora de que examines tu falsa creencia de que no puedes vivir o no puedes ser feliz sin esa persona), o bien, pronunciarás dichas palabras con sinceridad y, en ese instante, se esfumará todo tipo de control, de manipulación de explotación, de posesividad, de envidia... "Te dejo que seas tú misma(o): que tengas tus propios pensamientos. Que satisfagas tus propios gustos, que sigas tus propias inclinaciones, que te comportes tal como decidas..."

Observarás algo más: la otra persona deja de ser algo especial e importante para tí, pasando a ser importante del mismo modo en que una puesta de sol o una sinfonía son hermosas en sí mismas, del mismo modo en que un árbol es algo especial en sí mismo y no por los frutos o la sombra que dan. Compruébalo diciendo: "Te dejo ser tú..." Al decir estas palabras te liberas. Así estarás en condiciones de amar. Porque, si te aferras a alguien desesperadamente, lo que ofreces no es amor, sino una cadena con la que ambos quedáis atados.

Cuando alguien te hace saber lo especial que le resultas, todo lo que puedes decir es: "Esta persona, dados sus gustos y necesidades, sus instintos, sus apetencias y sus proyecciones, siente una especial atracción por mí, lo cual no dice nada acerca de mí como persona. Otros muchos me encontrarán absolutamente vulgar, y ello tampoco dice nada acerca de mí". En el momento en que aceptas el cumplido y te complaces en él, has dado a esa persona el control sobre tí. Temerás, todo el tiempo, que conozca a otra persona que ¡También! le pueda resultar muy especial y te haga perder la posición de privilegio que ocupas en su vida y, por tanto, te pasarás la vida bailando al son que toque y respondiendo a sus expectativas, con lo cual habrás perdido tu libertad. En suma, dependerás de esa persona para ser feliz, porque has hecho que tu felicidad dependa del juicio que alguien realice acerca de tí.

El amor sólo puede existir en libertad. El verdadero amante busca el bien de la persona amada, lo cual requiere la liberación de ésta respecto del otro. Por favor, no le sigáis llamando amor a tus deseos de manipular a los demás, ni a tus miedos de estar sin compañía, ni a tus enfermizas ansias de ser foco de atención.

Todo lo que tienes es miedo de perder la posesión de algo que tomas por pertenencia tuya, no estás mirando a otro ser humano ¡No! lo que ves es un objeto de atención; por favor, un poco de respeto a la dignidad humana, no me vengas hablando de amor que eso, no lo es.



viernes, 16 de mayo de 2014

SOBRE LA LIBERTAD

SOBRE LA LIBERTAD 
 Artículo publicado en agosto 1/2012 en www.primaveradigital.com No. 231 

Jamás fuimos tan libres como bajo la ocupación alemana.

La república del silencio.


Jean Paul Sartre


Mucho se ha hablado y escrito acerca de la libertad, también mucha gente ha muerto por alcanzarla, por defenderla. Demasiada, si se tiene en cuenta que siempre la disfrutamos y que nunca estuvo en peligro como se dice.

No digo que murieran por gusto; tampoco que, si sus vidas se apagaron creyendo morir por ella, diga yo que no; pero, si vamos a morir por algo, que sea cierto.

Vivimos sumergidos en un mar de conceptos erróneos, de criterios des-acertados, de falacias, equivocaciones y paquetes incompletos de informaciones trastocadas e inconclusas, cuando no falsas. Así, no estamos en contacto con la realidad. Sin contacto con ella, se vive alienado. Un alienado está confundido, pues existe en un mundo imaginario, ficticio e irreal.

Esto es difícil de percibir y requiere argumentaciones. Suena raro que venga alguien a decir que siempre hemos sido libres. Octavio Paz dijo: La libertad no es una idea política, ni un pensamiento filosófico, ni un movimiento social. La libertad es el instante mágico que media en la decisión de elegir entre dos monosílabos: sí y no.

Si libertad es capacidad de decidir, de elegir, es algo que el ser humano realizó siempre y queda privado de ello solo excepcionalmente.

La causa de las guerras no ha sido por la pérdida o disminución de la libertad, sino para aumentar las opciones al elegir. Conseguirlo al precio de la vida, también me parece exagerado.

Un esclavo encadenado no fue libre de decidir irse a otro sitio, eso está claro. Los cautivos jamás fueron rentables en cadenas; se inmovilizaban de noche para evitar las fugas, durante su transportación o en ciertos trabajos, como los remeros en galeras. Pero, considerando este rigor, podía elegir ser o no esclavo. Si trabajaba, lo era, pero, ¡podía negarse! De hacerlo, recibiría castigo… ¡Por supuesto! La mayoría elegía trabajar para evitarse incomodidades, léase: aceptaba la esclavitud. Pero elegir sí podía.

Y aquí está el quid del tema: el asunto de la libertad es personal. Uno saca cuentas y acepta o anula decisiones en función de lo que considera que para sí es mejor, más conveniente, menos malo o lo que sea; pero se decide siempre por aquello a lo que se le confiere mayor valor.

Puedo estar equivocado, pero si usted decidió seguir esclavo para evitarse una tunda, no diga que no ha sido libre de elegir, porque no es verdad. El asunto es que serlo tenía un precio que no quiso pagar. Y me parece bien, no lo juzgo.

Yo haría igual; pues que le den palos a uno no es una experiencia agradable, sobre todo si se puede evitar.

El hecho establecido por tradición y/o por decreto de que no fuimos libres alguna vez, no es porque fuera cierto, sino porque la mayoría escogió ser esclavos y ahora como que nos da vergüenza.

Una observación de la historia nos demuestra que tampoco ha sido así eso de que nos hemos ido a las guerras por la libertad, como si se tratara de un impulso espontáneo, generalizado, visceral o inspirado. ¡Que no! Más bien hemos sido conducidos, nos han convocado y hemos accedido.

Nos han convencido de ir o hemos convenido por creerlo justo, apropiado y conveniente. Creo que ya va siendo hora de que nos enfrentemos a muchas ideas de frente y, sin reducirles valor, las bajemos del ara que más bien, tal altura, las injuria.

Quizás usted no esté de acuerdo conmigo, pero de todos modos lo convoco a leer nuevas argumentaciones sobre el tema en Sobre la libertad (II).


SOBRE LA LIBERTAD II
Artículo publicado en agosto15/2012 en www.primaveradigital.com No. 233


Estoy absolutamente convencido de que ningún hombre pierde su libertad sino por su propia debilidad…

El verdadero demócrata es aquel que valiéndose de medios exclusivamente no violentos defiende su libertad...


 El Arte de la No violencia. Gandhi.


Justicia proviene de exactitud en el peso, deriva de equilibrio. La Justicia es representada con una balanza. Si una de las partes consideradas fuera excluida, rechazada, objetada, no habría justicia.

Siempre que enjuicias tomas en consideración excluir, discriminar, negar, mas el recto juicio, es contentivo de las partes.

Si valoras dos o más objetos de atención y haces dejación de alguno; niegas, dices a algo: “¡NO!” Tal es una dicotomía, una disyuntiva, un dilema: fuente de dolor porque es aberrado, antinatural e injusto.

Digo que siempre elegimos ¡todo! con este criterio excluyente, enrumbado al error y, con este argumento, quiero hacer notar que el asunto de la libertad ha sido vía para que unos cuantos se enriquezcan a expensas del sentimentalismo de la mayoría que formamos los pueblos. Un sondeo de la historia sirve para darnos cuenta de la manipulación y de la estafa, de la maniobra y de la mentira. ¿Con buena fe…? ¡Sí! Porque esos que salieron ganando quizás se lo propusieron ¡Pero no fueron todos! No se aparecieron unos cuantos vivos a manipular a medio mundo ¡No! Siempre hay, pero la mayoría se vuelven vivos más tarde, después que comienzan a disfrutar del poder y sus prerrogativas.

Me parece anacrónico que a esta altura de la Historia los líderes de las naciones persistan en movilizar a sus pueblos hacia guerras que sirven para afianzar sus puntos de vista, empleando llamadas hacia el color del cielo, de la vegetación o de símbolos del fetichismo patriótico. Lo cierto es que bajo esa apariencia solemne, subyacen todas las cualidades del mal, todo lo tenebroso y macabro del costo de dolor y muerte con que vamos a pagar la opulencia de futuras descendencias (que no nos serán consanguíneas) pero sobre todo la miseria y la angustia de vivir ¡de otras! mucho más concurridas y cercanas. ¡Todo! en función de una libertad que no nos falta, que nunca nos ha faltado y que nadie nos podrá quitar nunca.

Esa libertad real y verdadera tiene un ejercicio y una experiencia de conquista que ocurre dentro de cada uno. No fuera.

Creo que quizás quede quien diga: Sí, eso está muy bonito, pero no me niegue que no parece inteligente dejarse matar para demostrar que uno es libre. Y es verdad.

Si llega la Gestapo y le restringe sus derechos porque usted es pelirrojo y usted acepta antes de recibir una tunda, me parece inteligente, no creo que sea cobardía… y aprecio su habilidad para salvar el pellejo y hasta me alegro por usted. Pero si su vecino, también pelirrojo, prefiere que lo maten antes de aceptar vivir con menos derechos que los rubios, me parece que hace uso de la libertad, de una forma tan genuina como la suya de usted. Lo que no acepto es que usted venga a decirme que no es libre. Usted hizo uso de su libertad para ir hacia un punto y su vecino hacia otro, pero no ha habido detrimento de la libertad.

Usted elige y decide. Nadie puede quitarle eso, y es lo que quiero dejar claro. Como quiero dejar claro que siempre que no afecten a otros, las decisiones que tomemos, son tan dignas de respeto como las ajenas.

Cuando los ciudadanos aprendamos esto, habrá menos guerras porque habrá menos críticas y más comprensión y, por tanto, más aceptación del proceder ajeno. El problema es que, aunque seamos inteligentes, no todos comprenderemos eso. Y, si estamos claros de que no todos lo comprenderán, sería tonto pretender proponernos salvar al mundo: sería un desperdicio de energías. Pero eso es un tema aparte.



SOBRE LA LIBERTAD III
Este artículo fue presentado a la redacción de Primavera Digital pero no publicado.


Cuando comencé a escribir esta serie de articulitos, debí comenzar por éste.

Para comentar sobre cualquier tema es necesario, para su comprensión, dejar claro a qué nos referimos; definir y precisar los conceptos, con todo y que las definiciones no sean más que recursos teóricos que existen, sólo, en la metodología pedagógica ¡Y no en la vida! donde todo está, de continuo, interconectado.

Con respecto a los criterios que tenemos sobre la libertad, muchos son infundados, debido a eso llegamos a conclusiones erróneas; muchos de tales criterios son inconsistentes porque a su vez son conclusiones que se basaron en verdades supuestas.

Pero ¿qué es la libertad? La mayoría piensa que es poder hacer todo lo que uno quiera, siempre que no dañe a los demás; éste, es uno de tales criterios desacertados.

Aunque fuera sin daño para otros, nunca podríamos hacer todo lo que queramos porque no somos omnipotentes. Aunque te tiñas, tu pelo seguirá creciendo con su color natural; tampoco podrás hacer que un tres de copas le gane a un as. Igual afirmo que la libertad debe incluir el derecho a elegir ¡Incluso! el daño ajeno porque ¡no elegirlo! tiene mérito. Si no hago daño a los demás porque se me prohíbe ¿dónde está el mérito? El valor está en preferir no hacerlo.

Otra definición, que se toma por irónica, dice que es: poder hacer todo lo que está permitido. Estoy más de acuerdo con ésta última, aunque haciéndole cambios. Porque el asunto no es que pueda hacer todo lo permitido sino todo lo posible, razonablemente, de hacerse. 

De aquí se puede establecer una definición bajo tres condiciones, ya que siempre va a haber acciones imposibles de realizar.

Libertad es la capacidad de elegir dentro de lo que es factible; o sea, dentro de posibilidades reales.

Esta definición tiene tres condiciones. 

Primera: La elección debe ser posible en los hechos.

¿Es posible hacer esto? No pregunto si está mal, si el costo será carísimo o si a los demás les gusta. No se trata de qué pasaría si todos eligieran lo mismo o si las consecuencias serían impredecibles. Pregunto: ¿Se puede hacer?

Segunda: Las opciones deben ser dos o más.

Siempre que pueda decir sí o no, soy libre. 

Tercera: La responsabilidad, de asumir el costo de tal elección.

Soy responsable por lo que elijo, justamente porque podría haber elegido otra cosa. 

No puedo dejar de ser libre; por tanto, tampoco dejo de ser responsable de lo que elijo.

La libertad a veces pesa. Si soy responsable, puedo llegar a sentirme mal por lo elegido y hasta puede pesarme responder por mi elección.

Resulta interesante, porque la libertad se considera algo agradable y placentero; sin embargo, ahora sentimos que si pudiéramos quitarnos de encima la posibilidad de elegir, dejar que otro se hiciera cargo, nos sentiríamos aliviados.

Quiero dejar claro con estos articulitos que es nuestro derecho y privilegio limitarnos. No es el estado quien me limita, no hay nada real que me impida elegir; somos quienes estamos haciendo una elección constantemente. Y es nuestra incapacidad o indecisión para elegir lo que nos hace no sentirnos libres. El miedo a elegir lo correcto nos hace transferirle la responsabilidad a quien nos pone en ocasión de elegir.

Decimos que no somos libres porque el estado nos advierte a priori acerca del costo de nuestras elecciones o nos castiga a posteriori una vez que elegimos, pero aquél solo puede legislar sobre ellas, acaso limitarlas, pero nunca impedirlas.