lunes, 9 de diciembre de 2019

Reflexiones acerca del amor. Cap. 38



38 OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE LOS SENTIMIENTOS


Hablando sobre estos temas con un amigo, me decía que mis criterios planteaban una supremacía del raciocinio sobre las emociones y que pretendían desproveer, a la persona, de la cualidad humana más preciada: sus sentimientos; en otras palabras, convertirla en un ser duro de corazón. Nada más errado. Es más, yo diría que es todo lo contrario, más bien abogo por una preferencia por las emociones en lugar de la razón.
A mi modo de ver la cultura, desde el Renacimiento a la fecha, ha mostrado demasiada atención por la razón gracias a la política y a la propaganda comercial; mecanismos estos, los cuales, se han valido de atizar las emociones sutiles, la evocación, la sugerencia, la insinuación y los símbolos para ¡Por asociación de ideas! manipular tanto a electores como a consumidores usando las emociones en función de las conveniencias que la razón impone. Así, se han promovido campañas bélicas, con su correspondiente costo humano, mediante el manejo de imágenes y conceptos tales como el azul de nuestros cielos, el verdor de nuestros bosques, el amor a nuestra tierra, a los ancestros o a los símbolos patrios, la inocencia de nuestros niños o la virtud de nuestras jóvenes, o la valentía de nuestros hombres… con la sucesividad se han instaurado prejuicios, tradiciones, normas morales y hasta leyes, como la institución del matrimonio, para anclar al terruño a las familias, y asegurar la gobernabilidad de los individuos.
El caso es que sea o no así, es un hecho que todos nos criamos reconociendo una dependencia, que cada vez es mayor; siempre estamos a merced de padres, tutores, maestros, cónyuges, jefes, banqueros, la nación o la patria que es como decir:el estado o mejor dicho sus dirigentes, etcétera y podrá argumentarse, siendo muy cierto, que nunca podremos ser, en absoluto, independientes pero también es verdad que sobra control porque, una buena parte de tal, es manipulativo y, cuando no, contraproducente; lo cual significa innecesario, todo bajo la disculpa de la buena intención de realizarse por nuestro propio bien, entiéndase del bien de todos los otros como nosotros mismos o sea de los subordinados, hijos, discípulos, súbditos o lo que es igual, de aquellos que aceptan de buen grado tales apelativos.
Por esoes tan importante deslindar entre sentimientos y sentimentalismo, entre sensiblería y sensibilidad. Estamos casi todo el tiempo confundiendo ñoñerías con hechos impregnados de sensibilidad sentimental o con conceptos rígidos y estrechos, lo cual nos lleva a tomar decisiones que más adelante nos serán adversas.
Algo semejante ocurre con el concepto tiempo; así habrás podido oír muchas veces la alarmante y amenazadora expresión de estar perdiendo el tiempo, que alguien le haga estar perdiendo el tiempo a uno, o que uno pueda estar en posibilidad de estar perdiendo o malgastando el tiempo con alguien, ideas por el estilo las cuales surgen del valor que se le otorga al tiempo y de la necesidad de evitar que alguien pueda hacernos malgastarlo ya que este determina la propia vida. Y a esta errada circunstancia las personas, llamadas y tenidas por normales, llaman amor.
Nadie te hace perder tu tiempo. Eres siempre quien lo entrega porque obtienes o crees que obtendrás algún beneficio o gratitud a cambio. No deposites tu responsabilidad sobre ser feliz o sentir amor en la persona o personas de quien supones que te llegará tal retribución. Eres quien haces tu propia felicidad comportándote como si lo fueras y estás aquí para dar amor viviendo como si fueras el amor mismo y si te lo dan de vuelta ¡disfrútalo! Es agradable pero no lo necesitas ni hay seguridad de que ocurra, y que tal sea así no es una pena ni significa que algo esté equivocado de parte de la realidad.
Mira, sin duda las relaciones humanas son formas de transacción, convenios no escriturales que dan por supuestas ciertas conductas. Algunas, como el matrimonio, han devenido en institución normada mediante contrato legal aunque las personas continúen invirtiendo y desarrollando talempresa basándose en acuerdos no discutidos pero en los cuales ¡increíblemente! las partes dan por supuesta la seguridad del consentimiento de sus contrapartes, que así resulte da lugar a justas infracciones, errores lógicos, malentendidos, tergiversaciones y malas interpretaciones todo lo cual concluye en terreno fértil para infidelidades, vidas infelices o definitivas disoluciones del vínculo. Y si esto da lugar en el matrimonio; relación, como dicho, establecida mediante documentos legales firmados ante notario y amplia repercusión social y hasta bajo bendición divina ¿Cómo podríamos esperar un comportamiento diferente en otras relaciones menos oficiales (entiéndase más relajadas) tales como comportamiento entre novios, amistades, familiares, vecinos o compañeros de trabajo?
Acerquémonos más a la situación. Digamos que dentro de una relación cualquiera (aunque nuestra prioridad en este texto resulta una relación amorosa o de pareja) pides ayuda sobre cualquier trabajo o asunto y no aclaras en qué forma quieres que te ayuden. Esto da a entender que no tienes un definido criterio sobre el caso y te da lo mismo como se afronte la solución del problema, su ejecución, velocidad o método de gestión, etcétera. Iniciada la ayuda solicitada, descubres desacuerdo con tu punto de vista o con tu estilo de hacer las cosas, en fin. Esto, por lo general, puede ser mal recibido por quien ofrece la ayuda convirtiéndose en inicio de una disputa o pasarse por alto si es primera vez, pero quedar grabado y resurgir en otro momento. Funcionamos así en enorme mayoría.
De modo tal, si alguna vez necesitas ayuda para algo piensa bien cómo quieres recibir la ayuda y deja claro los puntos y si no hay acuerdo no aceptes la ayuda, aunque no la hayas pedido; si acaso, pide una opinión sobre cómo resolverlo y jódete y asúmelo tú, pues el problema es tuyo.
Desde otro ángulo, si ves a alguien en apuros necesitando le echen una mano y deseas ayudarle siempre pregunta: ¿Cómo quieres que te ayude? Y olvídate de cómo lo harías si fuera tuyo el problema. Ahora bien, si las condiciones exigidas son demasiadas y no vas a sentirte cómodo durante la tarea, al extremo de peligrar la calidad final del trabajo o, al aplicarte de tal forma, vas a consumir mucho más tiempo del que dispondrías al hacerlo a tu manera pues ¡Posición anterior! Y que siga buscando ayuda o aprenda a resolver sus propios problemas. Amar a alguien no significa sacarle las castañas del fuego cada vez que se le trabe el paraguas… o más o menos; ni significa ser su sirviente. Amar a alguien es ayudarlo a hacerse cargo de su vida y asumir la responsabilidad y los riesgos de vivir, así como contribuir a la elección o descubrimiento, de un propósito de vida, una misión existencial, la realización de sus sueños; pero nunca, sacrifiques los tuyos por los de otros, aunque suene egoísta. Nunca te permitas que tus actuaciones se vuelvan reacciones automáticas, repetitivas, esperadas, predecibles o por costumbre; hoy actúas de una forma y mañana de otra; hoy dices que sí porque quieres, porque lo disfrutas y porque te da la gana, y mañana di que no tan solo para variar, para que el sí, no se vuelva rutina; ten en cuenta los beneficios de la lluvia, pero observa que no siempre llueve. Tampoco tienes que ser así como te digo porque, al final, ser feliz, no es obligatorio.