miércoles, 15 de septiembre de 2021

IV. PROBLEMÁTICA DE LA LIBERTAD MAL COMPRENDIDA

O EL PROBLEMA DE NO SER PERSONA

Eduardo N. Cordoví Hernández. Lawton, La Habana. Cuba.

1.- Las personas valientes que se atreven a manifestar su descontento, desaprobación o no reconocimiento del derecho a gobernar de cualquier figura de poder dentro de un gobierno o del gobierno mismo ¿Tendrían derecho a disminuir, a abuchear, a ofender a quienes no lo hicieron?

2.- Las personas quienes, aun estando en desacuerdo con un gobierno tiránico, decidieran no manifestarse, no señalarse, no tomar partido, abstenerse, no participar ¿Son cobardes? ¿Pueden ser tratados de forma despectiva, como seres de segunda categoría? ¿Pueden ser desprovistos de las conquistas que, una vez derrocado un sistema opresor, pudieran disfrutarse?

3 y 4.- Las personas que fueron simpatizantes, emocionalmente proclives a una dictadura, que de alguna manera colaboraron, recibieron estímulos, facilidades y reconocimientos del estado por sus actividades de apoyo ¡Siempre que no condujeran a delitos o circunstancias de perjuicio para otras personas! ¿Se les puede tratar con hostilidad, maltrato, disminución de los derechos civiles y que ordinariamente cualquier ciudadano merece y/o disfruta?

Por regla general, sentimos en cualquier caso, en todos los casos ¡En todos! no solo en este; que debemos responder ¡Siempre! sin ambigüedades, una de dos: Sí o No. Tal es el paradigma instalado por la cultura y la tradición a través de las instituciones de todo tipo, porque tal arquetipo se basa en el principio de la separación, de la exclusión, de la dualidad en que todo es diferente, y de acuerdo con este postulado las respuestas, para cada una de estas interrogantes, serían distintas; Sí, para unas y No, para otras. Sin embargo, y por extraño que parezca, un nuevo modelo se impondrá en el III milenio en que ya vivimos, es el arquetipo ecológico de la inclusión, de la relación y la interconexión, donde las respuestas, para cada una de estas preguntas, es la misma; en lugar de un (Sí) o un (No) por separado, será un (Sí y No) juntos la misma respuesta para todas o casi todas, para no sonar drásticamente absolutos.

1.- Las personas valientes que se atrevieran a manifestar su descontento, desaprobación o no reconocimiento del derecho a gobernar de cualquier figura de poder dentro de un gobierno o del gobierno mismo, Sí tendrían derecho a disminuir, a abuchear, a ofender a quienes no lo hicieron; por una razón sencilla: Son libres de hacerlo, nadie se los puede prohibir, porque es su derecho natural inalienable hacer lo que elijan libremente y, hacerlo, es algo que se encuentra dentro de las reales posibilidades probables de poder hacerse. No se trata de hacer una ley para impedir que lo hagan, porque si alguien deja de hacerlo por decreto, entonces no tiene gracia que la gente sea buena. El mérito está en que ¡A pesar de que puedas hacer daño! elijas no hacerlo; pero si elijes no hacerlo por miedo al castigo, quizás buscarías la manera de poder evadirlo. Además, no hacer daño por miedo al castigo puede ser un beneficio para alguien, pero ¿Qué mérito tendría?

Y, No tendrían derecho a disminuir, a abuchear, a ofender a quienes no lo hicieron, por otra razón sencilla: El reconocimiento de la libertad que tienen otras personas, para haber elegido otra cosa distinta a la que eligieron ellos, no les permitiría disminuir esa libertad, porque es exactamente lo que los otros hicieron respecto a ellos; los otros permitieron que ellos se manifestaran o al menos no lo impidieron, aunque hayan podido criticarlo. Pero la crítica con respeto, nunca ha ofendido a nadie.

2.- En el caso de las personas quienes aun estando en desacuerdo con un gobierno tiránico decidieran no manifestarse, no señalarse, no tomar partido, abstenerse, no participar ¿Son cobardes? El caso es bastante ambiguo, porque las personas pudieron no hacer todo lo que no hicieron ¡También! por muchas otras razones. Supongamos como hipótesis que sí lo son, en tal caso tendríamos que preguntar ¿Y qué importa eso? ¿A quién le importa si los demás son valientes o cobardes? ¿No será que alguien está necesitando el desempeño de los valientes y lo que molesta de la cobardía de otros es que no poder manipularlos? ¿No será que a veces hay que ser muy, muy valiente para ser cobarde? ¿Y si alguien elige ser cobarde, acaso no está ejerciendo su derecho de ser libre? ¿No será, ser cobarde: una rara forma de valentía? ¿Pueden ser tratados de forma despectiva, como seres de segunda categoría? Bueno yo contesto con otra pregunta ¿Alguien lo merece? ¿Pueden ser desprovistos de participar de las conquistas que, una vez derrocado un sistema opresor, pudieran disfrutarse? Y volvería a preguntar ¿Pero no eran esas las características propias de otra tiranía? ¿Es que acaso esta tiranía es menos repulsiva o más justa que la anterior? ¿Dejaría por eso de ser tiranía? Pero contestaré de todas formas a estas preguntas, solo que las contestaré en el siguiente párrafo donde comento el punto tres, ya que tiene la misma respuesta.

3.- Las personas que fueron simpatizantes, emocionalmente proclives a una dictadura ¿Se les puede tratar con hostilidad, maltrato, disminución de los derechos civiles que ordinariamente cualquier ciudadano merece y/o disfruta? ¿Pueden ser tratados así? Y la respuesta sería: ¡Pues claro que Sí! ¡Poder se puede! Si no se pudiera las personas no serían libres. Hay que terminar por comprender que lo que marca la diferencia, en todo momento es que es precisamente la putísima Libertad la que nos da la oportunidad de ser responsables de elegir cuándo vamos a ser civilizados, inteligentes, fraternos, comprensivos, amistosos, pacíficos y cuando vamos a ser todo lo contrario. No estoy hablando de justicia. La justicia es una masturbación mental, ya que no existe más que en la cabeza de la gente que se cree muy inteligente. La justicia no existe en la Naturaleza. La justicia es una ilusión, igual que lo son las fronteras geográficas de las naciones o los conceptos morales: hoy son y están y mañana pueden dejar de serlo, pues no son más que ideas, palabras, puntos referenciales sin basamento sólido, son solo palabras escritas que hoy son justicia y mañana puede que no; recuerde a María Antonieta a los treinta y siete años de edad, un día: reina de Francia y ¡Unos días más! una mujer sin cabeza.

No significa que considere innecesarias las leyes ni el concepto de justicia, pero tampoco más que eso.

Todo esto de tener o mantener cierta ojeriza con quien piensa diferente, con quien no coincide con nuestras opiniones o con quien habiendo estado alguna vez de acuerdo con nuestras ideas ¡Un buen día! deja de hacerlo, disiente o se cambia de bando; tiene que ver con nuestra creencia errónea de que somos iguales, cuando en realidad no lo somos. Creemos verdad, una mentira. Quien piensa distinto no es un enemigo, solo es otro que piensa diferente. Si creemos que la libertad es algo estupendo, y si ¡De verdad! queremos pensar que podamos ¡Ciertamente! ser todos iguales un poco en algo ¿Por qué no respetar que otro elija tener otra idea? El asunto, en realidad, parte del criterio egotista de querer que los demás se nos parezcan, porque decimos que amamos a la humanidad, y que somos amistosos, pero en verdad, no lo somos, lo que en realidad queremos, lo que amamos de veras en el otro es: ¡Al otro que en ellos! se nos parece; y es así, porque ese otro, nos dará gusto, sería nuestro doble. Ahora pregúntate: ¿Por qué alguien tendría que ser cómo tú o pensar cómo tú? Si amas a alguien quisieras que fuera libre, aunque su libertad no te incluyera. No encuentro una definición mejor, para explicar el amor. Si amas a los demás, para que te sirvan en plan de que seas feliz, te has convertido en un manipulador. Ahora piensa ¿Por qué otra persona tendría que ocuparse en hacerte feliz, siguiéndote en tu línea de pensamiento y acatando tus criterios; en lugar de hacerse feliz a sí misma, teniendo pensamientos y criterios propios? ¿Te parece justo eso? ¿No parece eso un tilín abusivo?

Amamos a nuestras ideas en los demás, pero ¡No! a ellos. El asunto de la civilización y el desarrollo moral, el asunto de la evolución y de la madurez emocional, el tema de si somos inteligentes o no es cuando nos vemos tal cual somos, cuando logramos ver que no somos tan buenos, ni tan nobles, ni tan justos, ni tan civilizados y morales como nos creemos. Todos tenemos un mundo sombrío, oscuro, en las tinieblas de una ignorancia obstinada y subconsciente, es el mundo que reúne toda nuestra problemática infantil irresuelta, todas las incongruencias y dudas de un ser de sesenta centímetros, desvalido dependiente, en medio de un mundo hostil de gigantes que lo saben y lo pueden todo. Todos somos en alguna medida un niño que no terminó de crecer emocionalmente, pero que ahora tiene cuerpo de persona adulta y no quiere reconocerse débil, ingenuo, torpe e ignorante.

Nunca existirán ciudadanos justos ni realmente libres si antes no existen personas individualmente maduras, individuos felices, personas que hayan hecho consciente la totalidad de su ser aceptando que tiene seguir viviendo con sus instintos animales a los cuales su estado adulto y el conocimiento de que es tan torpe y ruin como los demás, así como es tan digno de respeto como los demás. Esto es la esencia de lo que quiso decir Karl Jung cuando escribió estas ideas:

Pensar es dificil, es por eso que la mayoría de la gente prefiere juzgar.

Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad.

Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente dirigirá tu vida y tú lo llamarás destino.

La realidad del ciudadano medio en, vamos a decir: casi, cualquier país del planeta, pero mayoritariamente en los del tercer mundo, es la de exigir libertad de expresión cuando ni siquiera usa su libertad de pensamiento; porque tiene libertad de pensamiento, pero es esclavo de sus hábitos, creencias, prejuicios (a los cuales llama con error sus opiniones, ya que son los paradigmas impuestos por la cultura, la tradición, etcétera) como patrones inmovilizante de su conducta.

En cuanto a la libertad de expresión ya quedamos en que ¡Expresarse! Puede. Lo que tiene limitado es la amplitud y la calidad de la expresión; o sea, en cuanto a lo primero: puede escribir un libro, pero publicarlo le resultaría muy difícil y hasta imposible; puede hacer comentarios con sus amigos, pero no dar un discurso público en un parque y ¡Mucho menos! en la radio, etcétera. En cuanto a lo segundo: cantar loas al gobierno, aunque no sea tampoco tarea fácil, quizás consiga abrirle paso dentro de un sistema totalitario.

Al final, la mayoría no quiere ser libre, porque serlo implica ser responsable. Para ser responsable hay que pensar, pero es más fácil juzgar que pensar. Es más cómodo tener a quien poder echarle las culpas.

CONTINUARÁ PRÓXIMAMENTE…


V PROBLEMÁTICA DE LA LIBERTAD MAL COMPRENDIDA O EL PROBLEMA DE NO SER PERSONA Comentarios filosófico-psicológicos sobre la realidad político-social del mundo




lunes, 6 de septiembre de 2021

DE LA SERIE DE ARTÍCULOS: ASÍ ESCRIBÍ MIS LIBROS


CUENTOS DE OTRO MUNDO

 Por Eduardo N. Cordoví Hernández, Lawton, La Habana, verano del año 2021



Es mi único libro de cuentos.

Consta, actualmente, de tres partes principales; una Introducción o prólogo, que funciona como un relato más, donde se narra un fantástico origen del libro. El libro en sí mismo, formado por doce relatos y un Apéndice, formado por otros cuatro relatos, donde los relatos personificados o los protagonistas que en ellos intervienen; conversan con el autor.

En el texto principal, el personaje protagónico es un pueblo. Se trata de la historia humana vista desde la pespertiva de un reducido grupo social. En realidad, estos relatos me parecen muy emparentados con la poesía. Igual resultan mis más viejos textos y los que primero aplican, según mi criterio, como obras definitivas y no meros ejercicios de redacción. Lo escribí a principio de los años setenta del pasado siglo y lo releo y corrijo a veces hasta dos veces por año y siempre le encuentro algo que no está bien, sin embargo, es lo que considero mi mejor trabajo literario, aunque no mi mejor libro; porque no es más que un libro imaginativo, un libro producto de un esfuerzo, intencional, de decir algo velado, oculto, para que sea descubierto, y ya ¡Eso mismo! me parece una pretensión de querer decir algo importante, una pose o la creencia de tener algo que decir a unos y no a otros. Mis mejores libros son los más útiles ¡Útiles, para mí! aquellos donde me explico a mí mismo algo que aprendí, y escribo como resumen, para demostarme que lo asimilé, que lo comprendo y que puedo estar de acuerdo. Luego si alguien lo lee y le sirve, pues resulta un asunto accidental y ¡Me alegra! aunque solo sirva para que se dé cuenta de cuán tonto pudo ser el autor (yo).

Tengo el video de una entrevista a Jorge Luis Borges, donde refiere que durante una conversación le preguntaba a Alfonso Reyes: ¿Por qué publicamos? Y éste le contestó: Para no pasarnos la vida corrigiendo los mismos manuscritos.

Quiero relatar una anécdota sobre este libro. Tal, bien pudiera tener como título: X, Y, Z, en un cierto interés de generar una expectativa, pues el primer impulso nos lleva hacia otro sitio, digamos tan matemático como los ejes de coodenadas cartesianas para la representación del espacio; pero no ¿Acaso incognitas? Bueno, sí, pero no en plural, pues se trata de una incógnita y dejémoslo ahí, hasta tanto…

Este libro lo comencé a escribir a mediados del año 1973 y estuve añadiéndole cuentos durante casi veinte años, en 1993, ya había publicado mi libro Bebidas notables en la Editorial Oriente de Santiago de Cuba, obra que aunque tiene algo de anédotas, curiosidades, datos y opinión,  no llega a ser un ensayo y ni siquiera un texto que cualquier escritor pueda llamar literario a pesar de no ser tampoco un texto técnico y, ya con cuarenta y tres años de edad, tenía yo ganas de publicar un libro de más propiedad literaria. El caso es que pensé en armar un libro de cuentos con todos los que tenía más algunos relatos más, a fin de presentar algo con más cuerpo, como para como presentar un libro y no un simple folleto. Ahí intercalé algunos que no tenían nada que ver ni entre sí y mucho menos con la mayoría que formaba la historia mayor que vengo tratando.

Vino entonces el gran problema de titular a aquel mounstruo que se parecía más a Frankestein que a otra cosa. Me gustaba como título El camino de los pinos, por ser frase que se repite ocho veces en el libro haciendo referencia a la entrada o salida del pueblo y lugar relacionado con todas las incidencias que narran, pero tenía el asunto de los cuentos intercalados como relleno que nada tenían que ver con ese rollo. Con la ideal de tratar de ser o al menos aparentar ser original y asistido ya de la firme convicción de serlo, por el simple hecho de que desde niño por ser zurdo ya me sentía ser un bicho raro entre tanta gente diestra, decidí titularlo bajo el rótulo de Cuentos eduardianos y, con la mayor frescura, armé mis cuartillas en un legajo y me fui a la Editorial Unión, la cual radicaba en El Vedado, en la sede de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC. Allí me lo recibieron y me informaron que, más o menos, en un mes me daban noticias sobre su aceptación o no, para ser publicado y me daban un papelito con la fecha de recogida y un númerito bajo el título de mi libro.

No tengo que contar como pasé ese mes; aunque, para esa fecha ya estaba curado de espantos o más o menos, pues tampoco era tan pesimista que me la pasara todo el tiempo pensando en molinos de viento ni tan optimista creyendo que los caminos fueran perfumados, mullidos y coloreados con pétalos de rosas, pero al fin y al cabo vivimos en un mundo mágico donde la suerte es loca y a cualquiera le toca.

Al término me presenté en busca de la respuesta. Allí, la persona que me atendió me dijo que la obra había sido rechazada, pero… dado el dictámen elaborado por el lector especializado que realizó la evaluación, yo debía considerar hacerle algunos cambios al trabajo. Para ello, me dijo, que iba a dejarme leer el informe, algo que estaba ¡Absolutamente prohibido! Para evitar reclamaciones obvias, pero dado el caso era razonable que así lo hiciera. En efecto, me extendió una hoja de papel mecanografiada, la cual decía aproximadamente lo que sigue: Eduardo Cordoví Hernández, es un autor desconocido que tiene una forma de narrar nada frecuente en la literatura cubana, por lo que debe ser seguido. Tal como aparece no es publicable a menos que cambie el título, los cuentos (escribía los títulos de cuatro de los más extensos) los cuales no tienen unidad con el resto y los sutituya por otros que sigan la misma línea o considere la posibilidad de incluir ilustraciones que recreen escenas de la narración o paisajes del la misma, para ampliar la cantidad de páginas. También mencionaba algo de algunos giros que según su parecer eran propios del alemán y no del español, algo con lo que yo no estaba de acuerdo pues no tengo la menor idea sobre la lengua germana. Y firmaba X, Y, Z; para ocultar su identidad.

El individuo que me atendía me devolvió mi legajo y me dijo: Arregla eso y vuelve a traerlo lo más pronto que puedas. Y salí de allí tan contento como si me hubieran aceptado el libro, de hecho no era totalmente un rechazo.

En resumen, no me dolía cambiar el título; estaba de acuerdo con quitar los cuentos que citaba, con los giros germánicos no las tenía todas, pero si era el precio a pagar por que me publicaran pues ¡Santa Palabra! en cuanto a incluir dibujos no me hacía gracia, me daba idea de librito para niños y ¡Aunque no tengo nada contra la literatura infantil! tampoco quería parecer lo que no era. Ya el asunto de reescribir otros cuentos era otro cantar. Pero yo ¡Qué no escribía más que un cuento o dos por año! Escribí cinco en menos de una semana. De ahí salieron los cuatro que forman el Apéndice y la Introducción, la cual me dio pie para el nuevo título, que es el actual.

A la semana siguiente realicé la entrega en el mismo lugar. Estaba el mismo señor quien con una sonrisa afable me extendió un papelito para la recogida y me dijo lo mismo de la vez anterior: Vuelva en un mes.

Y pasó el tiempo y pasó, un águila por el mar…

Y allí estaba nuevamente, yo extendiendo mi recibito de reclamo de obra, no estaba esa vez el mismo individuo, sino una muchacha. Me entregó el manuscrito en un sobre y me dijo: Lo siento fue rechazado.

No sentí nada, fue raro. Tomé sobre, dije: Gracias, y me fui.

Cuando llegué a mi casa. Saqué el manuscrito y me puse a leer, una vez más después de de tantas veces durante veinte años. Leí la Introducción, y pensando hacerme un café para continuar leyendo, al ponerlo sobre la mesa cayó una hoja de papel suelta, que me llamó la atención, la tomé y ¡Oh, sorpresa! Era el dictámen del lector especializado que realizaba la evaluación, solo que esta vez era otro pues la firma no eran mayúsculas escritas a máquina sino un garabato a mano, decía así: Es un libro de cuentos que ni siquiera son cuentos. Apenas hay diálogos. Son como apuntes para cuentos que no llegan a cuajar. Es increíble que se acepten este tipo de obras en esta editorial. Por supuesto, no recomiendo su publicación.

Pensé un poco en lo ¡Absolutamente prohibido! que tanto estaba que los autores leyeran los informes de las lecturas especializadas, pero supongo que la muchacha olvidara sacar la nota. Esas cosas pasan. En fin, el tiempo volvió a pasar y al cabo de algunos años más, unos diecisiete, en el año 2010, cansado ya de tener mis libros guardados en gavetas sin encontrar ninguna editorial interesada en publicarlos, decidí ponerlos gratis en internet y descubrí Freeditorial.com un consorcio norteamericano que publica gratis y para descargar gratis, en español y otras lenguas, todos los libros que quieras; solo teniendo una dirección de correo electrónico y que la obra resista unos stándares mínimos de redacción. Con lo que terminé colocando allí todos mis libros hasta principios del año 2020 que decidí retirarlos, porque también se cansa uno de ser tan regalón.


domingo, 5 de septiembre de 2021

III. PROBLEMÁTICA DE LA LIBERTAD MAL COMPRENDIDA


O EL PROBLEMA DE NO SER PERSONA

Eduardo N. Cordoví Hernández. Lawton, La Habana. Cuba.


La palabra libertad es una de esas palabras mágicas, como por ejemplo democracia, las cuales a todos los gobiernos les encanta atribuirse sus significados y ostentarlas en sus estandartes. Pero ¡Déjame decirte! que apenas consientes o aceptas ser un ciudadano, es decir ser gobernado por un estado, y esa preciada libertad natural que más arriba he comentado has dejado de disfrutarla, porque en primer lugar cuando le concedes al gobierno que te cuide, dejas de ser libre, porque debes cumplir la ley de defender la patria y engrosar las filas del ejército contigo y con tus hijos en edad militar, así que no eres tan libre ni estás tan seguro como piensas ¡No se trata de que no vayas a la guerra! Si quieres ir a una guerra ¡Perfecto! Pero que no sea porque haya una ley para eso, que no sea porque si no vas ¡Vas preso! Si eres libre de verdad, vas si quieres y si no quieres no vas y que no pase nada.

Porque ¡Mira! Con todo este asunto de la libertad hay mucho truco. Un gran truco para decirte que eres libres sin que lo seas, porque te sentirás satisfecho y hasta agradecido de que te manipulen: es cuando eres libre pero no lo sabes, te hipnotizan, te duermen, te roban la voluntad y te llevan y traen con la historia de un cuento chino que nunca estuvo en Asia, ese cuento, es una historia que tiene varios nombres, uno de ellos es: defender la patria, los derechos o las conquistas que hemos alcanzado, los principios, el deber patriótico o una supuesta libertad que te dicen que disfrutas o el futuro de tus nietos… cuando lo que en realidad defiendes es el bienestar y los intereses de algunas familias de banqueros judíos (Es un hecho, nada que ver con ideas anti sionistas) de magnates industriales, de las familias de las antiguas noblezas europeas, de altos jefes militares y jefes de estado a nivel global. Yendo al detalle en nuestros países del tercer mundo, se trataría de las cúpulas del poder político, en contubernio o no, con sus homólogos del primer mundo.

Recuerda ¡Siempre! que la guerra ¡Aparte de ser el negocio más lucrativo del mundo! Es un lugar al cual varios viejos (Quienes a veces se visitan y reúnen a menudo, para conversar) envían, para que se maten entre ellos, a miles de jóvenes que no se conocen entre sí; y ¡Todo! en nombre de la libertad y la justicia. (Texto cuya idea es de un autor que no conozco).

Un tanto similar ocurre con tus propiedades o con tu dinero; un buen día vienen y te dicen que ahí, en el patio de tu casa, quieren hacer cualquier cosa, para el beneficio de la nación y te mudan para donde el diablo dio las tres voces y te quitan las comodidades que tenías, para complacer al estado, en fin. Son cosas que debes tener bien claras, porque ser libre no es tan tan así como te imaginas; aunque el estado, el gobierno o el rey te digan o te creas, que gozas de libertad. Los ciudadanos sólo tienen libertad civil y política, no la inalienable libertad natural con la que todos nacen ¡Esa! los gobiernos no nos la quitan con sus leyes porque no pueden quitártelo de otro modo, pero sí le ponen un precio por las nubes. No nos la quitan, ocurre algo peor, de lo que ni los mismos gobiernos tienen ya ni siquiera recuerdo, pero eso lo comentaré en un próximo artículo, que titularé, El sueño de no ser libre.

Esos derechos inalienables fueron expuestos por primera vez por Thomas Jefferson en La Declaración de Independencia de los Estados Unidos del año 1776, pero no se contemplan en la Constitución de ése, ni en la de ningún otro país. Se trata de dos documentos diferentes, quizás esta sea una de las causas del asesinato de Lincoln, quien juró su presidencia sobre la Declaración de Independencia de Jefferson, la cual había quedado olvidada por los quince presidentes anteriores, incluyendo al propio Jefferson, que fue el segundo de ellos.

Es sencillo, ser libre no es hacer lo que se quiera. Es poder hacer lo que es posible dentro de las circunstancias probables, posibles… Si tienes el pelo rubio y te gustaría tenerlo negro, aunque te apliques el mejor tinte del mundo mundial, solo lo tendrás negro por poco tiempo, pues siempre te seguirá creciendo rubio; la diferencia es que, en este caso, el riesgo a contravenir la realidad es de un resultado leve. ¡Señor! Entienda que las circunstancias probables, posibles… que constituyen la realidad en el sistema de cosas en que vive el disidente del ejemplo, provocan que el resultado conseguido sea la norma; tal como en el caso de quien salte por la ventana de cualquier piso, se impacte contra el suelo, sin que nadie se sorprenda por eso, y si ¡Alguien se alarma! por semejante acontecimiento es porque es tonto o se hace el tonto debido a algo que se trae entre manos.

Cuando un gobierno tiránico legisla, a su favor y conveniencia, leyes que aseguran su permanencia; no limita la libertad de sus ciudadanos, solo le aumenta el precio a la libertad, de ahí se comprende por qué Jean Paul Sartre, al inicio de su obra, La república del silencio, escribiera: Nunca fuimos más libres que bajo la ocupación nazi.

De modo que, cuando un disidente es detenido, perseguido, maltratado y/o preso por un gobierno tiránico opresor, y dice que por eso: No es libre, lo que dice no es cierto, aunque no mienta conscientemente. Tan solo habla sobre la libertad, sin saber de qué se trata. Solo No sería libre, si se viera imposibilitada su manifestación; porque, como dijera el escritor mexicano, Premio Nobel de Literatura en el año 1990, Octavio Paz, La libertad es el instante mágico que media en la decisión de elegir entre dos monosílabos: sí y no. Y en este caso el disidente, eligió.

Veamos las posibilidades numeradas y analicémoslas una vez más y preguntémonos: 

¿Qué responderíamos a estas interrogantes finales: Sí o No?

CONTINUARÁ PRÓXIMAMENTE…



IV PROBLEMÁTICA DE LA LIBERTAD MAL COMPRENDIDA O EL PROBLEMA DE NO SER PERSONA Comentarios filosófico-psicológicos sobre la realidad político-social del mundo